Creemos que las corporaciones y los seres humanos somos entes independientes, más las corporaciones son sociedades conformadas por seres humanos. 

En el ámbito corporativo sabemos que es indispensable que las personas conozcan sus funciones y sepan hacer a través del dominio de los métodos y técnicas específicas de sus cargos; el conocimiento queda enfocado en el saber hacer y es común que dejemos de lado la importancia del saber ser. Somos seres humanos actuando en diferentes roles entre los cuales está el cargo empresarial que desempeñamos; sin embargo antes de ocupar un cargo específico, somos seres humanos, pero poco nos conocemos como seres y poco reconocemos nuestra humanidad.

El autoconocimiento es el punto de partida de cualquier rol que adopta un ser humano. Saber ser permite a las personas desempeñar exitosamente cualquier rol que decida ejercer, lo cuál incluye roles empresariales, permitiendo a las compañías alcanzar altos resultados a través del logro de altos niveles de los individuos.

Los cargos requieren que quienes los desempeñan tengan conocimientos, habilidades y cualidades específicas. Frecuentemente se exige a las personas que disminuyan las brechas frente a los estándares definidos para que su desempeño sea exitoso en el cargo que ocupan y puedan acceder a nuevos cargos que representen su crecimiento. Si bien el mejoramiento continuo es una actitud de vida que nos permite superarnos a nosotros mismos, cuando esa carrera por disminuir las brechas frente a la media esperada está desconectada del ser, termina ocasionando en las personas estados de insatisfacción, insuficiencia y frustración, y el costo personal y corporativo resulta terminar siendo demasiado alto.

Que una persona se conozca a sí misma es fundamental para alcanzar el éxito individual y a través de él, el éxito empresarial. El autoconocimiento es el punto de partida para los procesos de transformación continua, y es la base que sustenta el desarrollo de la seguridad psicológica de los individuos.

Conocernos nos obliga a:

  • Sincerarnos con nosotros mismos sin juicio, sin excusas y sin querer cambiar.
  • Detenernos, para tal vez por primera vez, pensar en nuestras cualidades y darle importancia a esos haceres y actitudes que se nos dan con naturalidad y facilidad.
  • Hacernos preguntas difíciles: ¿Qué si nos gusta? ¿Qué no? ¿Qué nos hace bien? ¿Qué es familiar y por eso lo sostenemos así no nos haga bien? ¿Qué nos daña?
  • Adentrarnos en nuestra mente para identificar esos patrones de pensamiento que han creado un marco de referencia fijo e inflexible en la mente.
  • Aprender a sentirnos. La única manera de alinear intenciones con acciones es sintiéndonos; de lo contrario la mente irá por un lado y el comportamiento por otro, generando todo tipo de desequilibrios y afectaciones.
  • Reconocer y aceptar la emocionalidad que nos hace humanos. Estos son los primeros pasos para poder transformar; solo así podremos ir a través de nuestros estados fijos.

A través del autoconocimiento podemos aprender a ser quien somos, no porque no lo seamos ya, sino porque hemos practicado ser alguien diferente; es el autoconocimiento el que nos permite empezar a ser nosotros mismos, y solo siendo nosotros mismos, podremos hacer de manera exitosa lo que decidamos hacer.

Sin duda cuando una persona puede ser en todo su potencial, todo a su alrededor crece. A través de la suma del máximo potencial de cada individuo, las corporaciones logran alcanzar sus niveles más altos.

Si tuvieras que calificar de 1 a 10 el autoconocimiento de los integrantes del equipo que lideras ¿qué calificación darías?

¿Cuántas herramientas para fomentar el autoconocimiento como potenciador corporativo entregaste en el último año a tu equipo?

Por: Sandra Benaim

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